VERDE

El pasado es el delator de nuestros errores. Es ese que, día tras día, nos muestra todo lo que hemos hecho mal. Se compone de recuerdos, de memorias. Son algo así como imágenes, borrosas o nítidas, que representan momentos de nuestra efímera vida. Algunas las mantenemos vivas por su significado, otras decidimos borrarlas para siempre. De entre las primeras, están las que se nos graban a fuego por el dolor que supusieron, y las que se quedan para siempre ocupando un hueco en nuestro corazón.

El pasado nos determina, nos hace ser lo que somos.

El presente, tan variable y rápido, es como una espiral de acciones sin fin, una ininterrumpida cadena de acontecimientos que, poco a poco, se transforman en recuerdos. Es el momento de elegir, el momento de actuar y de pensar en las consecuencias… es, en definitiva, el momento de vivir. Surgen dudas y remordimientos, ocurren cosas que desearíamos cambiar. Pero eso ya forma parte del pasado…

El presente es la parte de la vida que dominamos.

El futuro es impreciso, distante, lejano, inseguro…  Se nos presenta como una caja llena de sospresas. Dentro puede haber un osito de peluche, o quizá una fina aguja de apariencia inofensiva pero de tacto agresivo. Sabemos que sucederán cosas favorables para nuestro estado emocional, y otras no tan benignas. Y, sin duda, lo único de lo que tenemos total certeza es de que la muerte nos espera al final del breve “viaje de la vida”. El futuro, y solo él, decide qué nos pasará.

El futuro es posibilidad, es oportunidad.

Andrew Jones